- Arquitectura
Estas losetas de hormigón, con diseños de Puig i Cadafalch y Gaudí, ocupan unos cinco millones de metros cuadrados del suelo barcelonés.
En el vestíbulo de la Casa Amatller, en el Paseo de Gràcia, el suelo está cubierto de unas losas diseñadas por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch. Su dibujo, una flor con cuatro pétalos, recuerda a la loseta de hormigón con forma de flor de las calles barcelonesas. Aun así, según la diseñadora industrial, master en Diseño Urbano y autora de la tesina “El modelo de Barcelona de espacio público y diseño urbano”, Danae Esparza, las losas de la Casa Amatller no son el origen de la clásica loseta de hormigón de flor barcelonesa: “Si nos fijamos, veremos que hay grandes diferencias entre esta losa y la loseta de hormigón que se ha utilizado en los exteriores. La de la Casa Amatller está hecha de piedra natural y el relieve está hecho todo en bajorrelieve; en cambio, las del exterior son losetas de cemento hidráulico y el bajorrelieve solo se encuentra en el contorno de la flor”, argumenta la diseñadora.
En 1906 se estandarizaron cinco modelos de loseta: el de flor, el de calavera, el de círculos concéntricos, el de cuatro pastillas con cuatro círculos y, por último, el de cuatro pastillas, el más extendido en las calles de Barcelona. En la actualidad, aunque también se utilizan muchos otros tipos de losas como las de granito u hormigón, de estas losetas de hormigón de principios del siglo pasado sólo se instalan la de flor y la de cuatro pastillas, consideradas, respectivamente, la loseta histórica y la más funcional. De hecho, la loseta ocupa unos cinco millones de metros cuadrados del suelo barcelonés.
La loseta de hormigón, una losa de 20 por 20 centímetros, se empezó a utilizar para resolver los problemas de barro que tenía la ciudad a principios del siglo XX. “La urbanización del Eixample empezó de forma muy dispar. Cada vecino pavimentaba los 2,5 metros de delante de su casa con el material que el Ayuntamiento autorizaba como asfalto, piedra natural o cemento. En 1906, la pavimentación era tan caótica que había mucho fango y, Barcelona se conocía como Can Fanga”, explica Danae Esparza, haciendo referencia a las viñetas de humor gráfico de la Esquella de la Torratxa, donde se ilustraba, satíricamente, una capital enfangada. La utilización de la loseta representó el fin de estos problemas de pavimentación.
Por su parte, en el Paseo de Gràcia encontramos otro tipo de losas, las diseñadas por Gaudí en 1904, que estaban pensadas para el interior de la Casa Batlló. Su diseño es otra muestra de genialidad de Gaudí: con una sola pieza se puede realizar un mosaico infinito de elementos marinos.