Bodega Lo Pinyol

Lo Pinyol fue en su origen un pequeño colmado de aceites y jabones del cual se conserva actualmente el cartel, como elemento meramente decorativo. El negocio se transformó en bodega allá por 1943, convirtiéndose en un lugar concurrido y popular para los vecinos del barrio, que lo habían hecho ya su lugar de confianza para comprar el vermut y el vino a granel. La nueva generación de propietarios adoptó el negocio en 2013 y le dio una reforma integral para adaptarlo a los nuevos tiempos, aunque sin renunciar a la esencia de su pasado glorioso. Precisamente por eso mismo, todavía hoy es un buen lugar no solo para tomar un vermut o un vino, sino para comprarlos a granel y llevártelos a casa.

Para maridar tanto el vino como el vermut, Lo Pinyol cuenta con un buen surtido de tapas caseras con las que acompañar la tertulia y suavizar el efecto del alcohol en nuestro organismo: croquetas, patatas bravas, montaditos, quesos variados… Un vermut de toda la vida, de los que se solían hacer en Cataluña antes de que las películas americanas nos hiciesen adaptar la cerveza como bebida popular. Ese es parte del encanto de esta bodega, su respeto por la tradición y por un servicio atento y cordial que hace que este rinconcito ya no tenga clientes, sino fans.

Otro elemento que hace singular a Lo Pinyol es la biblioteca, su espacio más especial, que busca promover el amor por la lectura a través de este espacio de intercambio en el que podemos encontrar libros para hojear mientras chiquiteamos o bien para llevarnos a casa. Eso sí, en ese caso, deberemos llevar uno nuestro para dejar en su lugar. Detalles como este y como la ambientación estética de Lo Pinyol, con barricas de roble, techos altos, mesas de mármol y una clásica barra de cantina han hecho que esta antigua bodega vuelva a ser un centro neurálgico de la vida social del barrio de Gracia.