- Arquitectura
Construida entre 1906 y 1909 por Francesc Berenguer, amigo y discípulo de Gaudí.
Metro: L3 (Verde) - Fontana
L4 (Amarilla) - Joanic
Gracia se disfruta mirando hacia arriba. Solo así se pueden descubrir auténticas joyas arquitectónicas como la Casa Rubinat, una antigua mansión modernista que ha llegado hasta nuestros días. El edificio, que es un claro ejemplo de las viviendas burguesas surgidas en Barcelona a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fue encargado por el industrial Joan Baptista Rubinat al arquitecto y discípulo de Gaudí, Francesc Berenguer i Mestres. Se da la casualidad que al no tener Berenguer el título de arquitecto, por no haber finalizado sus estudios, el proyecto tuvo que ser firmado y autorizado por otro arquitecto, Joan Rubió Bellver. Incluso el mismísimo Gaudí fue el encargado de avalar otra de las obras de Francesc Berenguer que ha llegado hasta la actualidad: la Casa Museo Gaudí que podemos ver a la entrada del Park Güell.
Desde allí, basta un simple paseo por la antigua villa independiente de Gracia para descubrir diferentes residencias y casas encargadas por farmacéuticos, industriales, médicos y empresarios que pugnaron los unos con los otros en riqueza y ostentación, convirtiéndose sus viviendas en el principal elemento distintivo del estatus. El gran beneficiario de esa rivalidad fue la arquitectura, que se vio financiada por las grandes familias burguesas, que invirtieron en sus futuras mansiones sin reparar en gastos. Todo era bienvenido con tal de mantener y enseñar una posición, según ellos, merecidamente ganada con su esfuerzo, su iniciativa y su inversión. Así se han inmortalizado apellidos como Vicens, Ramos, Calvet o Rubinat, que han llegado hasta nuestros días a través de sus viviendas y que sirven para explicarnos la Barcelona que un día existió.
La que fuera residencia de Joan Baptista se encuentra en la calle del Or, justo delante de la plaza de la Virreina, con la que forma uno de los conjuntos arquitectónicos más destacados del paisaje graciense. En cuanto a su estructura, nos encontramos ante un edificio de planta baja y cinco pisos, además de un terrado transitable con una barandilla de hierro forjado. La simetría de su fachada es altamente apreciable desde el exterior, donde podremos observar cuatro ejes verticales y cinco horizontales formados por ventanas y balcones, que dotan al conjunto de una sensación armónica. Otro de los aspectos a destacar de su presencia exterior es la utilización del hierro forjado también en los balcones. Además, otros elementos tradicionalmente asociados al modernismo como son el ladrillo visto, el trencadís o los esgrafiados con motivos vegetales e inspirados en la naturaleza otorgan al inmueble una singularidad que sin duda atrapará al viajero.