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Un auténtico museo al aire libre por la cantidad de monumentos arquitectónicos que reúne entre sus mausoleos y panteones.
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Si hay un lugar en Barcelona desconocido para la gran mayoría, aunque a la vista de todo el mundo, son los cementerios. Por una cuestión de salubridad e higiene, a lo largo del siglo XVIII se fue abandonando la costumbre de enterrar a los muertos junto a las iglesias y se empezaron a construir nuevos recintos en las afueras de la ciudad. Eso provocó que durante el siglo XIX en Barcelona se construyesen los nueve camposantos que hay en la actualidad.
Fue durante ese periodo que nuestra ciudad vio surgir una burguesía formada por ricos industriales, comerciantes y empresarios del sector textil que dotaron a Barcelona de un incalculable patrimonio arquitectónico, convirtiéndolo en su principal legado. Esa suntuosidad y esa pompa acabó trasladándose también a su última morada. Morían como vivían, por todo lo alto. Por eso comenzaron a erigir grandes panteones, algunos con capilla incluida, y grandes esculturas de mármol con las que demostrar la grandeza que tuvieron en vida.
Afortunadamente, ese legado arquitectónico todavía pervive en el cementerio de Montjuic, construido en 1830 por el arquitecto municipal Leandro Albareda y considerado un auténtico museo al aire libre por la cantidad de monumentos arquitectónicos que reúne. Entre sus mausoleos y panteones, podemos observar una legión de ángeles esculpidos en mármol plantando cara a la muerte y dando esperanza para los que allí residen. También se pueden ver obras de los grandes maestros del momento: el propio Albareda, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner o Josep Vilaseca, entre otros.
Recorrer el camposanto sirve también para conocer los diferentes estilos artísticos surgidos en Barcelona entre la Exposición Universal de 1888 y el inicio de la guerra en 1936, desde el Modernismo al Novecentismo pasando por el Realismo o el Eclecticismo. Además de la ruta artística, existe también la posibilidad de recuperar la memoria histórica de la ciudad, a través de las sepulturas de las grandes personalidades de la Barcelona de aquel momento, de gran significado político, social y cultural. Y es que los cementerios de Barcelona son lugares llenos de historias y testimonio de vidas que atesoran la memoria colectiva de nuestra ciudad. Así que vayamos y disfrutémoslos ahora que podemos. Luego ya será tarde.