- Arquitectura
El único que mantiene su oferta comercial abierta durante los 7 días de la semana.
Metro: L2 (Lila) - Sant Antoni
Autobús: 13, 20, 24, 37, 41, 55, 64, 91, 120, 121, 141 y 144
El Mercat de Sant Antoni es uno de los más grandes de Barcelona, ya que está compuesto por tres mercados diferentes: el de alimentación, el de ropa y el de libros. Fue inaugurado en 1882 por el entonces alcalde Rius i Taulet y estuvo cerrado 9 años por un exigente proceso de rehabilitación hasta su reinauguración en mayo de 2018.
Para entender la ubicación de este mercado hay que retroceder hasta la época de los romanos, cuando la zona era una de las salidas naturales de Barcelona hacia el sur. Por aquí pasaba la Vía Augusta que fue convirtiéndose con el paso de los siglos en el camino principal hacia el Llobregat y el camino principal hacia Madrid. Esa concurrencia de carretas y correos fue generando a sus alrededores una red de comercios y servicios como hospitales y conventos.
En el siglo XIX el crecimiento exponencial de Barcelona y sus alrededores generó en el lugar un mercado al aire libre que proveía de víveres a todos los que entraban y salían de la ciudad por su zona sur. Una vez derribadas las murallas, Ildefons Cerdà propuso alzar una estructura fija que pudiese acoger un mercado que sirviese de apoyo a los mercados que había intramuros. Así nació el Mercado de Sant Antoni, el primero que se construía extramuros y que fue inaugurado por el entonces alcalde Rius i Taulet. Con el paso del tiempo, aprovechando la enorme afluencia de gente que acudía al mercado, se creó otro en el exterior, en el que se vendían productos no alimentarios, que derivó en el mercado de Encantes de Sant Antoni. Y el mismo paso seguirían años más tarde libreros y coleccionistas, dando forma al actual mercadillo dominical de Sant Antoni.
En cuanto al edificio, nos encontramos ante un claro ejemplo de la arquitectura del hierro imperante en ese contexto histórico. Su distribución es diferente a la de otros mercados municipales ya que genera una especie de cruz griega, con cuatro grandes pasillos que convergen en una gran nave central, coronada por una cúpula o cimborrio octogonal, convirtiéndose en uno de los espacios más singulares de Barcelona, con detalles modernistas que le han servido la catalogación como Bien Cultural de Interés Local.
En 2009 el mercado comenzó una profunda transformación que se alargó 9 años debido al hallazgo de restos arqueológicos que nos llevan hasta la Barcino romana. Finalmente, fue inaugurado en mayo de 2018, recibiendo desde entonces la visita de unos 20.000 visitantes diarios.