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Diseño y funcionalidad al servicio de los ciudadanos. Bajo su espectacular tejado ondulado, este edificio vanguardista esconde un tradicional mercado de alimentación.
Metro: L1 (Roja) - Urquinaona
L4 (Amarilla) - Urquinaona y Jaume I
Como insectos a una flor. Así acuden al Mercado de Santa Caterina centenares de turistas que observan desde la explanada de la Catedral de Barcelona un tejado ondulado y lleno de color. Su sorpresa no puede ser mayor cuando descubren que debajo de esas formas vanguardistas se halla un tradicional mercado de alimentación, en el que frutas, verduras, carnes y pescados completan el llamativo cromatismo de su exterior.
El edificio actual data de 2005 y es una remodelación del antiguo mercado de Santa Caterina, que abastece a diario a uno de los barrios más populares de Barcelona como es el Born. Este mercado fue el primer mercado cubierto de Barcelona y su creación data de 1845, sobre las ruinas de un antiguo convento. La reforma la llevó a cabo el prestigioso estudio de arquitectura Miralles-Tagliabue, que diseñó una estructura ondulante de inspiración gaudiniana, vistosa y llena de color para ser vista desde el aire. La cubierta se fusiona con el mercado a través de unas estructuras de madera que dan un toque vanguardista a un espacio tan tradicional como puede ser un mercado de abastos.
Con la reforma, el Mercado de Santa Caterina se ha posicionado como uno de los principales referentes de nuestra ciudad y ello ha llevado a que la belleza del recinto se traslade también a su interior. Aunque sin tanto renombre como el de La Boqueria, ha sabido combinar la funcionalidad de un tradicional mercado de barrio con una excelente presentación de sus productos frescos y de proximidad, que hacen de su visita un must, tanto para vecinos como para cualquier turista que visite nuestra ciudad.
El mercado de Santa Caterina es un mercado que combina el turismo con las compras de los catalanes que frecuentan el mercado para hacer compras de verduras, frutas, pescados y otros productos. Los precios no son económicos pero es de muy buena calidad. Sólo dar un paseo vale la pena, y tiene bares y restaurantes donde se come muy bien. El barrio del born está lleno de tiendas para hacer compras y el mercado tiene un encanto particular en medio de las callecitas donde vale la pena perderse.
Se tiene que visitar. NO está saturado como otros mercados de Barcelona. El sitio des de un punto de vista arquitectónico es una belleza. Los alimentos que se pueden adquirir para consumir al momento como para cocinar en casa son de mucha calidad. Recomiendo comer en el BAR JOAN, que está ubicado al final del mercado al lado de la zona arqueológica que alberga el mercado. Se puede comer un menú, como también tapas. Genial la comida y el trato al cliente.