- Culture
- Architecture
La restauration de son étage principal a permis de retrouver l’ambiance de l’époque du premier propriétaire, le chocolatier Antoni Amatller Costa, avec la décoration et le mobilier d’époque.
Le 12 mars 1898, l’industriel et chocolatier Antoni Amatller Costa acheta une propriété de 1 415 m2, au 41 del Paseo de Gracia, à Barcelone. Il chargea Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) de réaménager le bâtiment pour en faire sa résidence. L’architecte a transformé de manière radicale le bâtiment, à savoir il a procédé à la démolition et la reconstruction de la façade, la construction d’un studio de photo sur la terrasse, la restructuration et la redécoration du rez-de-chaussée (avec l’escalier principal).
Le résultat est l’une des meilleures représentations du Modernisme barcelonais. Le bâtiment est contigu à la maison Batlló, construite par Gaudí, et non loin de la Casa Lleó i Morera, construite par Domènech i Montaner. Cette coïncidence dans un même lieu des trois architectes de renom à l’époque a permis à cette zone d’être connue sous le nom de « La Mansana de la Discòrdia » (Îlot de la Discorde).
Es una casa muy bonita que merece la pena visitar. Yo he realizado la visita con videoguía pero nos acompañaba un guía muy atento al que se le puede preguntar cualquier cosa. Está muy bien restaurada y en la parte baja hay una cafetería muy bonita a la que se puede acceder sin realizar la visita a la casa. Al finalizar la visita te dan a probar el chocolate de la marca del dueño de la casa. Realizan visitas teatralizadas en determinadas fechas, pero no me ha coincidido ninguna. A mi hijo de 6 años le encantó y ademas el guía le motivó a buscar animales dentro de la casa, con lo que estaba totalmente concentrado! Muy recomendable.
Era la primera vez que visitaba la Casa Amatller y escogimos la visita teatralizada de conversaciones entre Teresa Amatller y su amiga Mercedes Garí, que incluía una taza de chocolate. Estuvimos solas en la visita y nos encantó, a partir de las conversaciones que tienen van enseñando y explicando diferentes cosas de la casa, pero sin interactuar con los visitantes, y es una forma diferente e interesante de conocer la casa y vivencias de la familia, realmente te hacen sentir que estás en otra época. Al final nos pusieron una mesita en el vestíbulo,al lado de las escaleras, para que tomáramos allí el chocolate, que también estaba buenísimo. Nos encantó la experiencia.